
Medidas para reducir el contacto con objetos.
Reducir el contacto con objetos será clave para limitar la contaminación cruzada en el día a día de los centros educativos. Para ello, proponemos el desarrollo de estrategias didácticas que informen a los alumnos y alumnas sobre la importancia de evitar el contacto con objetos, sin generar actitudes o mensajes alarmistas.
En primer lugar, se debe se debe comenzar realizando un análisis detallado del centro, según los usos y su frecuencia, para detectar los puntos críticos de contacto y reflexionar sobre las soluciones óptimas.
Los puntos críticos de contacto serán particulares de cada centro. No obstante, se puede definir una serie de aspectos comunes para la mayoría de ellos.
Puertas.
En la medida de lo posible, las puertas deben permanecer abiertas, especialmente en los momentos de mayor aglomeración, como la entrada y salida del centro o las aulas.
Se recomienda evitar los pomos giratorios y optar por pomos con maneta. En esta línea, están surgiendo soluciones complementarias, creadas con máquinas de impresión 3D, que facilitan la apertura mediante el uso de los codos, dejando las manos libres. Estos elementos se pueden realizar en los talleres de fabricación digital que muchos centros poseen, y pueden ser una oportunidad para implicar a los alumnos y alumnas en su diseño y posterior colocación.
Interruptores.
Los sensores de movimiento son soluciones idóneas para evitar el accionamiento manual de los interruptores. Estos dispositivos están especialmente recomendados para zonas de uso intermitente, como los baños o los pasillos, y permiten un uso más eficiente de la instalación, con el consecuente ahorro energético.
En aulas y espacios de uso más constante, se pueden adaptar los interruptores manuales a interruptores de accionamiento con el pie. Estas adaptaciones se pueden hacer en superficie, evitando obras y facilitando el retorno al estado original.
Objetos de uso individual.
Por las medidas de seguridad derivadas de la situación sanitaria actual, resulta conveniente potenciar el uso individual de algunos objetos. En este sentido, son muchos los centros educativos que optan por colocar zonas de almacenaje individual para el alumnado dentro del aula, donde poder guardar su material escolar.
Objetos de uso compartido.
No todos los objetos con los que está en contacto un alumno o alumna se pueden utilizar de forma individual. Para los objetos de uso compartido, como elementos de juego o descanso, se recomienda priorizar la utilización de materiales plásticos o vinílicos, fácilmente limpiables, frente a materiales textiles y porosos.
Algunos elementos, como las camas para las siestas que tienen muchos centros de Educación Infantil, también deberían contar con superficies fácilmente lavables. Asimismo, para evitar la posibilidad de contagio, resulta recomendable que cada alumno o alumna utilice siempre la misma.
Zonas comunes.
En las zonas comunes, la gamificación se presenta como un recurso útil para reducir el contacto con las superficies. El uso de estas estrategias pueden incentivar recorridos alternativos y dinámicos para los alumnos y alumnas, contribuyendo a su distanciamiento de los elementos de uso más frecuentes, como las barandillas, pasamanos o botoneras.
Un caso concreto de los patios, y especial punto crítico, son las fuentes. La mayoría de ellas suelen accionarse con pulsador manual, identificándose como posibles superficies de contagio. En este sentido, resulta recomendable adaptar la instalación existente y facilitar su accionamiento mediante pulsador de pie.
Ante el nuevo escenario en el que vivimos, desde La Urdimbre ofrecemos asesoramiento a los centros educativos en la incorporación de estrategias de adaptación espacial con el objetivo de prevenir contagios y garantizar el bienestar, entendiendo estas modificaciones como una oportunidad para reinventar y transformar los espacios, y que estos sean resilientes y flexibles, capaces de adaptarse a las necesidades actuales y futuras.